El molino de vientos y aquel atardecer
“Aquella tarde de primavera, las nubes me expresan, muy atentas todas ellas, que la tarde se aleja.
Llamó la atención tanto, pues detuve mi carro, mire al cielo y mis ojos impresionados con la tarde quedan.
Los llamo, les aviso, se lo repito y lo exclamo. Pero el molino los cautiva tanto que el brillo y resplandor de las nubes ignoran.
Son las siete y para ambos la tarde se niega a morir.
De nuevo sopla el viento y ruje el molino refunfuñando. Llegó la hora, la tarde cae inminente para ambos. La noche asecha y las nubes insisten con su pasión aquella tarde de primavera...”
S. Ferrer (Marzo, 2009)
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